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La confusión entre tareas policiales y militares comenzó en Colombia, siguió en México y en Centroamérica. La fomenta Estados Unidos.
Fue emocionante hasta las lágrimas compartir con miles de compañeras y compañeros los intensos días de la Jornada de Integración de los Pueblos en Foz do Iguaçú, un hito que, desde su misma concepción, tiene como objetivo y responsabilidad trascender la fugacidad de un evento.
El liberalismo a ultranza, que hoy pretende servir de base teórica a la política de desguace del Estado que lleva adelante el Gobierno derechista en Argentina, tiene como objetivos evidentes facilitar el remate del país.
Al realizarse la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en La Habana, las 33 naciones firmantes se comprometieron a dar solución pacífica a las controversias que pudieran surgir.
La integración de los pueblos latinoamericanos y caribeños es un paso hacia un nuevo mundo, un mundo donde las personas sean el valor y la preocupación central. Un mundo humanista.
El gobierno del novato Noboa, también representante del gran capital al igual que Milei, ha decretado el estado de conflicto armado interno. La estrategia de guerra, respaldada incluso por la oposición, deja entrever similitudes con la emprendida por Nayib Bukele en El Salvador.
Enfervorizado por un amplio triunfo electoral, el (des)gobierno apenas asumido ha emprendido una política de shock, mostrando inequívocamente su vocación privatizadora y mercantilista.
La pregunta que se hacen muchos a estas alturas, adentro y afuera de las fronteras argentinas, es qué llevó al pueblo argentino a esta suerte de suicidio social.
La ineficiencia del capitalismo para asegurar un mínimo bienestar a cada ser humano se aprecia con claridad cada día.
La segunda vuelta de las elecciones en Argentina dio como ganador al opositor Javier Milei, de la agrupación La Libertad Avanza.